Una giuria popolare di Vigo (Galizia) ha assolto un uomo che aveva ucciso con 57 pugnalate due omosessuali e successivamente gli aveva dato fuoco, ritenendo che ha agito per legittima difesa. La giuria, composta da 7 donne e 2 uomini, con un voto di 7 contro 2, ha creduto che l’omicida abbia agito perchè temeva di essere violentato. Al momento dell’omicidio l’assassino ed almeno una delle sue vittime erano ubriachi e sotto l’effetto della cocaina. Secondo la difesa dell’assassino, questi agì spinto “da una paura insuperabile di essere assassinato e violentato, vittima del panico, fuori di sé dato lo stato di intossicazione nel quale si trovava”.
Molte le polemiche che questo caso sta suscitando. L’avvocato difensore della famiglie di una delle vittime ha dichiarato: “Si tratta di un assassinio in piena regola, se la vittima fosse stata una donna il verdetto sarebbe stato differente”. Un caso di omofobia, quindi, secondo il legale, che spera che il verdetto possa cambiare in appello. L’assassino intanto è stato condannato per l’incendio che aveva appiccato.
Non è la prima volta che una giuria popolare, in Spagna, finisce nell’occhio del ciclone. Nel 2001 (Caso Wanninkhof), una donna fu condannata per l’omicidio della figlia della sua convivente, ma anni dopo si scoprì, grazie al DNA che l’assassino era un’altra persona.
Tre articoli di approfondimento tratti dai siti dei quotidiani El Pais e El Mundo
¿57 puñaladas en defensa propia?
Ola de críticas a la absolución del hombre que mató con saña a dos homosexuales porque temía que le violaran – Un jurado popular aprecia “miedo insuperable”
MARÍA FERNÁNDEZ – Vigo – 24/02/2009
Ni las pruebas de la fiscalía, ni los testimonios de los peritos de la Policía Científica, ni la confesión del propio acusado, que admitió haber asestado 57 puñaladas a dos jóvenes con los que acabó tras una noche de marcha, fueron suficientes para que un jurado popular condenase por asesinato a Jacobo Piñeiro por el crimen de la calle Oporto. Su reciente absolución ha causado estupor en Vigo, donde el tribunal del jurado de la sección 5ª de la Audiencia Provincial dio a conocer, el viernes pasado, el veredicto exculpatorio de los delitos de asesinato y hurto, condenando al acusado por el de incendio. Un mazazo para los familiares de las víctimas.
Ocurrió hace dos años y medio, un 12 de julio. Esa mañana Jacobo Piñeiro llegó a la ciudad desde Cangas, donde residía, para pasar un día de juerga en el Strong, uno de los after más radicales del centro. Había consumido “varios gramos de cocaína y cubatas de whisky”. Allí conoció a un camarero, Isaac Pérez, con quien se iría sobre las cuatro de la tarde hacia su piso. Isaac, de 27 años, vivía con el brasileño Julio Anderson Luciano, de 32. En la vivienda, Isaac y Jacobo se encerraron en una habitación toda la tarde y siguieron consumiendo coca. Julio se presentó sobre las nueve y media con más amigos, que se marcharon sobre la una y media.
Jacobo asegura que Isaac se le presentó a las cuatro de la madrugada, desnudo, con la intención de acostarse con él y que él lo rechazó. Ante la negativa, “volvió con un cuchillo y se abalanzó sobre mí”, dijo durante el juicio para justificar que actuó en defensa propia. Según su versión, le quitó el arma y le propinó las dos primeras puñaladas en el vientre y en el hombro. Después vendrían otras 33. Su compañero corrió suerte parecida. Recibió 22 puñaladas, algunas por la espalda, “la mayoría innecesarias para la consecución de su muerte, aumentando deliberada e inhumanamente su sufrimiento”, según consta en el escrito de la fiscalía. Isaac en un momento intentó encerrarse en su habitación para llamar a la policía. No pudo. El ahora absuelto dio una patada en la puerta y le quitó el móvil antes de apuñalarlo repetidamente en la cara.
Una vez muertos, Jacobo permaneció en la vivienda hasta las nueve de la mañana buscando algo con que prender fuego. Se duchó y tapó sus heridas con una bolsa -tenía un corte en la palma de una mano, una brecha superficial en la cabeza y otra en las piernas-. Cerró las ventanas, abrió el gas, plantó cinco focos, [dos de ellos encima de los cadáveres] y se fue. No sin antes llevarse en una maleta todo lo que encontró de valor. Para el Fiscal y la acusación particular, todo fue “pensado y calculado fríamente” con el propósito “de hacer creer que sus víctimas habían sido objeto de un robo violento”.
Una conducta que no puede tener justificación en la legítima defensa porque “Jacobo estuvo varias horas en el piso tras el crimen y causó intencionadamente un incendio para borrar los indicios de lo que había hecho con un comportamiento despiadado”. Para la defensa actuó movido por “un miedo insuperable a ser asesinado y violado, víctima del pánico, fuera de sí dado el estado de intoxicación en el que se encontraba”.
Haciendo uso de su derecho a la última palabra durante el juicio, el acusado dijo estar “arrepentido de todo”. Tras reconocer que acuchilló a las víctimas y pedir perdón a su familia (tiene un niño de pocos meses) aseguró entre lágrimas que la culpa no fue de nadie: “Es culpa de cómo soy”. Esa fue la puntilla que caló en el jurado, compuesto por siete mujeres y dos hombres. Tres de sus miembros lloraron al escucharlo. Poco después absolvieron a Piñeiro por siete votos contra dos. Tomás Santodomingo, abogado de Marta, la madre de Isaac, no sale de su asombro. “Se trata de un asesinato en toda regla, si la víctima hubiera sido una mujer el resultado habría sido distinto”. Piensa que Jacobo es un homosexual vergonzante, ya que nunca reconoció haber mantenido relaciones con ninguno de los dos hombres. Ahora sólo espera que por el incendio le caiga la máxima pena, hasta veinte años de prisión, y que el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia escuche su apelación.
Fallos polémicos
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Caso Wanninkhof. Dolores Vázquez fue declarada en 2001 culpable por un jurado popular de la muerte de Rocío Wanninkhof, hija de su ex compañera sentimental. No había pruebas en su contra. Años después apareció, gracias al ADN, el verdadero asesino.
Caso Otegi. Mikel Otegi fue absuelto por un jurado de San Sebastián del asesinato de dos ertzainas en 1995. El juicio fue anulado por el Tribunal Supremo y la sentencia confirmada por el Constitucional. El proceso tuvo que repetirse; el Supremo entendió que los factores ambientales habían influido excesivamente.
El casero y la inquilina.
A principios de este mes, la Audiencia de Cantabria absolvió a un hombre de 39 años que mató a su inquilina. El jurado le declaró no culpable pero le obligó a indemnizar a la familia. Se consideró que cuando la estranguló “no era dueño de sus actos”, que sus facultades mentales estaban afectadas por la conducta conflictiva de la víctima. La conducta difícil consistía en que la chica, según le habían dicho al casero los vecinos, organizaba fiestas hasta altas horas de la madrugada e invitaba a gente “con malas pintas”.
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Veredictos extraños
M. C. BELAZA – Madrid – 24/02/2009
Decisiones como ésta reabren el debate sobre el jurado popular. “Pero es importante ver exactamente lo que pasó en el juicio y cómo se tomó la decisión”, opina Ramón Sáez, magistrado de la Audiencia Nacional. “Por lo general los jurados están funcionando bien y hay pocos escándalos, aunque a veces pueda haber veredictos extraños. Pero debemos ver siempre lo que se ha preguntado al jurado, cómo se les explicó en este caso lo que era el miedo insuperable y cuándo y cómo debe aplicarse está eximente. En ocasiones se cometen errores por la forma que tienen los jueces de llevar al jurado. Son procesos muy tutelados por el tribunal. En el caso Wanninkhof, por ejemplo, [en el que Dolores Vázquez fue encontrada culpable a pesar de que no había pruebas], el presidente del tribunal pudo haber tomado la decisión de parar el proceso porque no había nada, pero no se atrevió a hacerlo. En todo caso, siempre se puede recurrir la decisión del jurado. También los jueces dictan a veces sentencias sin sentido y no por eso se cuestiona la legitimidad del poder judicial. Hay que ver con mucho cuidado cada supuesto”.
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Aído dice que ’57 puñaladas no justifican la defensa propia”
Un jurado popular absuelve al autor del crimen de una pareja homosexual
La ministra de Igualdad , Bibiana Aído, ha manifestado que no comparte la sentencia judicial que absuelve al autor confeso del asesinato de una pareja de homosexuales en Vigo. Bibiana Aído, que hoy asiste a los actos conmemorativos del Día de Andalucía, se suma a la críticas realizadas por la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), que ha acusado de “homófobo” al tribunal de Pontevedra que ha absuelto a Jacobo Piñeiro, autor confeso del doble crimen. “57 puñaladas no justifican la defensa propia”, ha dicho Bibina Aído.
El pasado 20 de febrero un jurado popular absolvió a Jacobo Piñeiro Rial de la muerte a puñaladas de Isaac Pérez Triviño y Julio Anderson, y sólo se le consideró culpable del incendio que provocó tras el asesinato, ocurrido en el domicilio de las víctimas, en la calle de Oporto de Vigo.
En una nota, la Federación afirma que en la decisión del tribunal “ha pesado más la homofobia, como ha pasado antes con casos tan sangrantes como la acusación sin pruebas de Dolores Vázquez, claramente relacionada con su orientación sexual”.
“Considerar 57 puñaladas como defensa propia por el miedo a dos homosexuales está relacionado con la homofobia de nuestra sociedad”, subraya la Federación, en cuya opinión el jurado no consideró ni las pruebas aportadas por el fiscal, que pedía 60 años para Piñeiro, ni las forenses.
Según el presidente de la Federación, Antonio Poveda, los homosexuales no tienen “ni más fuerza ni más vidas que los demás, por lo que llegar a propinar 57 puñaladas es claramente ensañamiento”.
El jurado popular estimó real la declaración del acusado de que actuó con el único propósito de defenderse ante el “miedo insuperable” de ser violado por la pareja, y estableció que no quedaba demostrado que quisiera acabar con la vida de ambos.
Por último, la FELGTB plantea la necesidad “sin más dilación” de implantar una pedagogía social que elimine los prejuicios y estereotipos que, a su juicio, han marcado la mencionada sentencia.
Al parecer, Jacobo Piñeiro se encontraba en la madrugada del 13 de julio de 2006, fecha del doble crimen, en el piso que las dos víctimas compartían en la calle Oporto de Vigo y, por razones que se desconocen, agredió a los jóvenes con dos armas blancas. El fiscal sostiene que asestó 35 puñaladas a Isaac y otras 22 puñaladas a Julio, “con intención inequívoca de causarles la muerte” y “aumentando deliberada e inhumanamente su sufrimiento”.
Posteriormente, Jacobo Piñeiro prendió fuego a la vivienda y a los cadáveres, e incluso abrió la espita del gas con la intención de provocar una deflagración. Jacobo abandonó el lugar de los hechos sobre las 9,30 horas, llevándose una maleta con pertenencias de las víctimas, con el fin de simular que habían sido objeto de un robo violento.
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